Clase 1978

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Trigésimo Aniversario


(Foto: Angel Viera)


(Foto: Angel Viera) 
[Foto grupal con nombres]


(Foto: Jaime Rodríguez Arias)

Diapositivas I
(Fotos Jaime Rodriguez Arias)
 
Diapositivas II
(Fotos: Hedrick Rivero)

 
Diapositivas III
(Fotos: Angel Viera)

 
Diapositivas IV
(Fotos: Mercedes Carrión)
 
Diapositivas V
(Fotos:
Ricarter Malavé/Nydia Bonet/Marisol Suarez)
 
 

Vídeos
 



(Foto: Jaime Rodríguez Arias)


(Foto: Angel Viera)


(Foto: Ricarter Malavé/Nydia Bonet/Marisol Suarez)



Vigésimo Quinto Aniversario
 


(Foto: Ricarter Malavé/Nydia Bonet)

 

Diapositivas I
(Fotos: Rosa Belén Licha/José Becerra)
 
Diapositivas II
(Fotos: Antonio Capella)
 
Diapositivas III
(Fotos: Hedrick Rivero)
 
Diapositivas IV
(Fotos: Julio Torres)
 
Diapositivas V
(Fotos: Jaime Rodríguez Arias)
 
Diapositivas VI
(Fotos: Mercedes Carrión)
 
Diapositivas VII
(Fotos: Eitel y Eumabel Colberg)
 
Diapositivas VIII
(Fotos: Angel Viera)
 
   
 


Foto: Angel Viera


Un Reencuentro Mágico

Todo parecía normal hasta que en el auto alquilado comencé a escuchar la música que traje conmigo para evocar una época.  Serrat, Haciendo Punto, Danny Rivera en Concierto, Jonathan Livingston Seagull (JLS) de Neil Diamond.

Por la Playa de Piñones se esparcía mi espíritu hacia el infinito azul. Iba camino al Yunque donde, bajo el manto sagrado de las nubes, copulan el cielo y la tierra para engendrar el Río Mameyes, ese otro llanto isleño que allí nace para morir serenamente en el mar atlante. Ese mar ahora convocaría a un grupo de almas que hace 25 años se despidieron con un compromiso de servicio.  Lo que sentí al escuchar la versión de Danny cantando "Equipaje" de Alberto Cortés me confirmó que lo que me deparaba el futuro inmediato no sería siempre fácil, aunque, como toda experiencia integradoramente terapéutica, me era muy necesaria.

Como parto que comienza, ya sabía que era inevitable el profundo impacto de la vivencia  y que sólo me quedaba renunciar a cualquier resistencia  que impidiera el renacimiento de una parte de mí que había quedado dormida en el recuerdo. Mas quería prepararme bien, como buen "paciente" de esos métodos de "parto sin dolor", que ya hace un tiempo mi compañera me había sabiamente aclarado --por experiencia propia-- que era "sin miedo al dolor", y comencé a repasar mentalmente las imágenes de aquel anuario que no había abierto por 25 años, guardado en una caja del inconsciente sótano de mi casa "de allá". Regresaba a mi casa "de aquí", una casa invisible para los ojos profanos, construida de aquellos sueños e ideales compartidos, esa casa que Lloréns tan sublimemente evoca en  su poema musicalizado por Haciendo Punto. Ahora entendía bien aquella metáfora suya sobre la "leche que entre mis labios me dormía y ahora entre mis cabellos se despierta."

No debe subestimarse la valentía de tal esfuerzo. Nunca es fácil enfrentarse a lo que somos, desde lo que hemos sido, y hacia lo que conscientemente decidamos ser. Y el medio siglo de vida que ha coincidido con nuestro reencuentro es precisamente eso. Un solsticio donde nuestro sol espiritual se detiene y contempla el pasado y el presente para proyectarse al futuro. Mas ese proceso de búsqueda interior es mucho más fácil cuando estamos acompañados por quienes, por compartir una experiencia común, realmente pueden entender lo que vivimos.

Agradezco inmensamente la oportunidad de detener el tiempo por un segundo cósmico para recrear aquel 1978, nuestro particular 1978, singularísima experiencia grupal. Ningún otro grupo vivió ni vivirá lo que experimentamos conjuntamente y con nadie más hubiera podido resucitar esa experiencia que ahora abrigo en mi corazón con mucho más cariño, rebosante de alegría, con una renovada realización de que conformamos un mosaico al que cada uno aporta su singular esencia y que se expresa a través de cada uno, donde quiera que se encuentre.

Todo grupo es un organismo con vida, conciencia e inteligencia. Como por magia, la conciencia grupal nos transforma en portavoces de una vida que rebasa nuestra individualidad y que actúa de acuerdo a su propia inteligencia. Así se explica la transformación que todos tenemos cuando evocamos conjuntamente esa vida grupal que compartimos. No parece muy distinto a esos rituales mágicos que estudian los antropólogos en culturas antiguas donde los participantes son poseídos por los espíritus de dioses y antepasados. En la falda del Yunque, centro ceremonial taíno, en el verano del 2003 fuimos poseídos por el espíritu de la Clase de Medicina del RCM-UPR 1978. Y en ese trance se nos dio la oportunidad de recordar lo que hemos sido, reevaluar lo que somos y de renovar nuevos votos con lo que aspiramos a ser en el resto de nuestra travesía por esta escuela de la Tierra.

El domingo, día de plenilunio, me despertaron del trance los rayos y truenos de la vaguada que nuestra invocación a Yuquiyú había retrasado por un día. Pudimos así disfrutar de un inolvidable día de playa "como antes", sin títulos ni credenciales, hecho aún más inolvidable en mi memoria por el guaní en forma de gaviota que Rubén Vélez desplegó en su pecho.

Esa gaviota, evocadora del libro y la música del film JLS, es símbolo de un anhelo de trascender esa realidad cotidiana que nos hace competir por asuntos materiales que nos separan... para aspirar, en alto vuelo, al aire más puro del espíritu --el altruismo, la colaboración y la solidaridad-- que, en última instancia, definen por qué decidimos practicar el "arte sano" de aliviar el dolor humano, en la dimensión que hayamos escogido.

Aunque me sorprendió la fuerza con la que desde el cielo tronaron los acordes finales de la canción Fiesta de Serrat, ya estaba bien preparado para la despedida, porque realmente no podemos despedirnos. Podremos tomar una siesta de la conciencia grupal que nos une, pero "allí", en nuestra casa "de aquí", seguiremos estando todos ocupando nuestros respectivos nichos para convocarnos  con la magia de una imagen, de una palabra o de un recuerdo, o quizás cantando "Aquellas Pequeñas Cosas" de Serrat.

***

Los quiero mucho a todos, forman una parte muy vital de mí.
H
asta pronto.

José Becerra


El Yunque


(Foto: José Becerra)
11-Julio-2003


Anuario 1978
 


Servicio a la Comunidad

 

Historia
[1978: 25ta. Promoción Escuela Medicina-UPR]
 

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[Himno]
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El Organo del Pitirre


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como el recuerdo de un amor profundo,
bello jardín, de América el ornato,
siendo el jardín América del mundo.
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 Música: Bello Amanecer (Tito Henríquez)
Interpretada por
Luciano Quiñones


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Pero no olvides a nuestro...

Pitirre
(por José Becerra)

Errante mensajero de sueños,
que con tu canto te nombras.
Gigante espíritu prisionero
en este mundo de sombras.

Humilde como lo bueno.
Alegre como la vida.
Sencillo como lo bello.
Valiente cuando se indigna.

Pitir... dice tu canto
haciendo eco al oído.
Del suelo americano

cada país es tu nido.
Pitirre sigue volando,
sigue cantando conmigo.


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Webmaster: José Becerra

 


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Saludos a la Clase UPR-MEd79 en su 25 Aniversario

2010-02-03